¿Es la prostitución un estilo de vida deseable?

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La situación económica que está viviendo prácticamente todo el planeta en 2021 es preocupante. Mientras se sigue luchando contra los últimos estertores de la pandemia, las consecuencias de los confinamientos que tuvieron lugar en 2020 en todo el mundo ya se están dejando sentir. No solo por las miles de empresas cerradas y familias en la quiebra, sino también por la falta de abastecimiento en muchísimas fábricas, que está provocando una situación nunca antes vista. El sistema imperante en la actualidad requiere que se consuma cada vez más para seguir produciendo a velocidades de vértigo. El capitalismo no tolera un parón como el que vivimos el año pasado, porque como un coche viejo, cuesta en recuperarse y volver a ponerse a pleno funcionamiento. La crisis económica se siente en todos los niveles, y no son pocos los que están empezando a buscar alternativas a los trabajos más habituales para poder recuperar cierta estabilidad. Y es en épocas como esta cuando la prostitución vuelve a aparecer como una opción relevante.

Ocurrió después de 2008, cuando muchas mujeres que quedaron en paro por aquella crisis mundial se interesaron por el mundo del sexo profesional. Y está volviendo a ocurrir en estos momentos en los que, además, la libertad sexual parece mucho mayor que entonces, y el debate sobre la legalización de la prostitución está más candente que nunca. Sin embargo, ser trabajadora sexual no es la vocación de muchas chicas, y eso hay que reconocerlo. Puede ser una buena alternativa, una opción que considerar si fallan las demás, pero son pocas las que van directas a este trabajo, por propia voluntad y sin tener una imperiosa necesidad económica detrás. Al menos, así era hasta ahora. Y es que cada vez son más las chicas jóvenes que no ven con malos ojos eso de convertirse en escorts profesionales, si bien la mayoría prefiere ocultar esa profesión en público. El estigma todavía es demasiado grande, aunque las cosas están empezando a cambiar. De todas formas, desde el punto de vista social y de la salud, que es el que nos interesa, ¿es la prostitución un empleo deseable?

Una profesión estigmatizada

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Tan antigua como el propio ser humano, la prostitución ha encontrado en el capitalismo un sistema perfecto para perpetuarse, pero también una hoja de doble filo. Las mujeres llevan ofreciendo sus servicios sexuales a cambio de bienes o dinero desde hace milenios, pero es ahora cuando el sistema ha “abrazado” este tipo de servicios. El capitalismo lo convierte todo en mercancía, incluida la mano de obra de cualquier persona. De esta forma, no es complicado terminar viendo el cuerpo femenino también como una propia  mercancía, que en este caso, las chicas ofrecen para disfrute de sus clientes. Es como un trabajo más, solo que el componente sexual está en el epicentro de todo. Y eso es lo que hace que la prostitución esté siempre en el punto de mira.

A estas alturas, el sexo sigue siendo un tabú para buena parte de la sociedad. En Occidente lo vemos ya como algo cotidiano, pero mantenemos ese velo de no hablar en público sobre ello. Tampoco se suelen legitimar a las personas que trabajan en el mundo sexual, especialmente cuando son prostitutas. Se sigue considerando que estas mujeres se venden a cualquiera (como si el resto de trabajadores no lo hiciéramos), y llevan una vida disoluta y descarriada. El cine y las series de televisión han ayudado a explotar esa imagen estigmatizada de la prostituta que no tiene más recursos que su propio cuerpo, y que se ofrece a los clientes para poder sobrevivir. En muchos casos se las relaciona también con drogas y problemas de abuso de sustancias, e incluso de enfermedades como el SIDA. La realidad, por supuesto, no es tan homogénea como nos la pintan estas ficciones.

¿Por qué muchas chicas quieren dedicarse a esta profesión?

Ser prostituta no es algo que suele enorgullecer a ninguna mujer. Por fortuna cada vez son más las trabajadoras sexuales que no tienen reparos en dar la cara y afirmar, sin complejos, que se dedican al sexo profesional. Un trabajo como otro cualquiera, para ellas, a pesar de que la sociedad las haya marginado sistemáticamente. Sin embargo, siguen siendo pocas en comparación a todas esas chicas que trabajan en esto y deben ocultarse ante sus familias, sus amigos o incluso sus parejas, temiendo el rechazo unánime que su profesión les puede deparar. Y por otra parte, curiosamente, se está dando un fenómeno muy sorprendente, el de chicas jóvenes y universitarias que empiezan en esto del sexo profesional para llegar a ser amantes de lujo.

En busca de una vida acomodada y de unos ingresos que seguramente tardarían décadas en obtener con un trabajo “normal”, estas jóvenes no tienen complejos a la hora de lanzarse a la prostitución. Aprovechan su belleza y su juventud para atraer a todo tipo de hombres, especialmente maduros y adinerados, y tras la cortina de ser modelos o actrices, se dedican a ofrecer sus servicios a cambio de tarifas muy elevadas. La imagen de la chica joven que se prostituye para apenas sobrevivir parece estar dando paso a la de una mujer preparada y culta, hermosa y elegante, que sabe lo que quiere y va a por ello. Internet ha sido clave para que se de este cambio de rumbo, ya que permite el contacto directo con los clientes, algo mucho más sencillo y sobre todo discreto. De esta forma, cada vez son más las chicas que aspiran a convertirse en amantes de lujo, aunque seguramente no se considerarían a sí mismas “prostitutas” tal y como lo hemos entendido anteriormente.

La legalización de la prostitución

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Lo que no diferencia ni a estas chicas jóvenes ni a las veteranas de los servicios sexuales es el cuidado que deben tener a la hora de ofrecerse a los clientes. En muchos países, la prostitución está totalmente prohibida, y las chicas no pueden salir a la calle, ni siquiera ofrecer sus servicios explícitamente por Internet. En España, la situación es algo más compleja, aunque también más laxa. La prostitución es alegal, es decir, no está ilegalizada del todo, pero tampoco es legal. Las trabajadoras sexuales no pueden darse de alta, ni pagar impuestos por sus servicios, pero tampoco tienen derecho a baja, paro, etc… El debate está servido, y son muchos los que ya han dado su opinión sobre la situación de legalizar o abolir la prostitución.

Hay países cercanos, como Holanda o Alemania, donde este tipo de servicios ya se han despenalizado. La situación ha permitido que muchas profesionales del sector mejoren su calidad de vida, aunque otras han preferido mantenerse como hasta ahora, “fuera del sistema”. Seguir persiguiendo a día de hoy a estas mujeres por llevar a cabo servicios sexuales suena cuanto menos ridículo. Sobre todo si tenemos en cuenta que cada vez son más las que toman la decisión de entrar en la prostitución por sí mismas, sin ser coaccionadas. Ir en contra de la esclavitud sexual es importantísimo, faltaría más, pero no por ello se debería estigmatizar a todo un sector. La situación, lejos de resolverse, parece que tiende a complicarse cada vez más, y habrá que ver cómo se desarrolla en los próximos años.